Cómo elegir a los beneficiarios de tu seguro de vida: los mejores consejos

Cuando contratas un seguro de vida, hay una decisión muy importante que debes tomar: elegir bien a las personas –o instituciones- que serán beneficiarios de tu póliza una vez fallezcas. Esta elección no debe ser descuidada: es clave y debes tomarla con la mayor cantidad de información posible. En este artículo te ofrecemos datos, consejos y ayuda para que elijas con acierto a los destinatarios del beneficiopor causa de muerte de tu seguro de vida.

Cómo elegir a los beneficiarios de tu seguro de vida: Qué vas a encontrar en este artículo

Beneficiarios de un seguro de vida: qué son

Todos los seguros de vida, sean del tipo que sean, tienen algo en común: están sustentados en una póliza que estipula que, a la muerte del asegurado, alguien recibirá una indemnización, también llamada beneficio por causa de muerte. Esos perceptores finales son los beneficiarios.

Cómo elegir a los beneficiarios de tu seguro de vida: los mejores consejos

Es necesario designar unos beneficiarios claros e inequívocos, de forma que, al llegar el momento de pagar el beneficio por causa de muerte, la compañía aseguradora no tenga dudas de quién debe cobrar el dinero. Además, elegir cuidadosamente a los beneficiarios contribuirá a aliviar tensiones entre los sucesores una vez te hayas ido.

En realidad, estarás en tu derecho de nombrar a quien quieras como beneficiario, pero es mejor que lo pienses bien y tengas en cuenta todos los consejos y supuestos que recogemos en este artículo. Y es que elegirlos no es tan fácil como suena: hay condicionantes legales, cambios vitales y otras situaciones que pueden convertir una elección sencilla en un problema.

Lo primero que debes saber es a quién puedes nombrar como beneficiario:

  • Cónyuges. Es una de las opciones más frecuentes. Nombrar al marido o a la esposa garantiza que, a la muerte del asegurado, la otra mitad de la pareja va a contar con suficiente soporte económico para seguir adelante. Hay que tener muy en cuenta la edad del cónyuge, porque si es muy mayor podría ser interesante que compartiera beneficios con otras personas. También hay que tener en cuenta a los excónyuges, especialmente a las exesposas: resulta relativamente frecuente que, en los acuerdos de divorcio, el juez ordene a un marido contratar un seguro de vida cuyos beneficiarios sean la exesposa y los hijos en común.
  • Hijos. Los hijos suelen ser beneficiarios habituales. Con el dinero del beneficio por causa de muerte, puedes garantizar, por ejemplo, que podrán terminar la universidad. De hecho, es una de las razones frecuentes para contratar un seguro de vida a término. [Más información sobre los seguros de vida a término]. En todo caso, y como veremos después, hay que tener cuidado si los hijos todavía son menores, porque pueden tener dificultades para acceder al beneficio.
  • Fondo fideicomiso. Puedes dejar como beneficiario a un fondo fideicomiso y nombrar un administrador para que lo gestione según tus instrucciones. Es una forma muy apropiada para conseguir que el dinero sirva exactamente para lo que tú quieras.
  • Padres. Muchos asegurados nombran a sus padres como beneficiarios, especialmente si son mayores y dependen de su ayuda para sobrevivir. Sin embargo, la edad puede ser un problema y es necesario que lo tengas en cuenta por si son muy mayores o para reemplazarlos por otros beneficiarios si fallecen.
  • Banco. En muchas ocasiones, los bancos exigen a los clientes que suscriban pólizas de seguros de vida como soporte para créditos o hipotecas. Si el cliente fallece, ese seguro servirá para que el banco cobre la deuda pendiente.
  • Caridad. Muchas personas nombrar a instituciones benéficas (ONG’s, asociaciones, fundaciones…) como beneficiarias de sus seguros de vida. Es una forma de practicar la solidaridad y dejar un legado memorable.
  • Empresas. Las empresas suelen contratar seguros de vida para algunas personas clave en la organización, como los propietarios. De esa forma, su muerte no supone un quebranto económico tan fuerte. Algunas aseguradoras ofrecen modalidades de seguros específicos para cubrir estas eventualidades. En otros casos, simplemente se trata de que los asegurados deciden nombrar a las empresas como beneficiarias.
  • Herencia. Hay personas que, en lugar de nombrar beneficiarios concretos, deciden que su beneficio por causa de muerte pase a formar parte de lo que dejen como herencia, con lo que se entregará a los posibles herederos.

En todo caso, elijas a quien elijas, recuerda que puedes designar todos los beneficiarios que quieras. Eso sí, tendrás que ordenarlos. Es decir, si decides que haya más de uno, tendrás que decidir cuánto dinero recibe cada uno. Esa división permite organizar a los perceptores en tres categorías de beneficiarios:

  • Primarios. Los beneficiarios primarios son la primera línea de personas que reciben el beneficio por causa de muerte. Es decir, aquellos que nombrarás como primeros en cobrar cuando mueras.
  • Secundarios. Los beneficiarios secundarios son los que entran a recibir dinero si los primarios han muerto. Deberás dejar claro quiénes son esos beneficiarios de segunda línea.
  • Terciarios. En casos extraordinarios, se puede llegar a una tercera línea de beneficiarios. Si no están los primarios y los secundarios, se puede contar con los terciarios para recibir la indemnización.

Además de decidir quiénes son beneficiarios de primer, segundo y tercer orden, también podrás decidir cómo quieres que se releven. Es decir, te corresponder a ti, como asegurado, planificar cómo se suceden esos beneficiarios. Hay dos formas principales: per capita y per stirpes.

  • Beneficiarios per capita. En este caso, tú decides qué personas concretas ocupan los puestos primario, secundario y, llegado el caso, terciario. No tiene por qué haber ninguna relación entre esas personas, simplemente tú eliges los nombres.
  • Beneficiarios per stirpe. Con esta modalidad, si un beneficiario –primario o secundario- muere, el derecho a la indemnización pasa a sus herederos. Es decir, a su estirpe o familia. No eliges tú a quién le toca continuar la cadena, sino que pasa como un derecho heredado a los sucesores de tu beneficiario primario.

Consejos para elegir a los beneficiarios de tu seguro

Si ya tienes claro qué es un beneficiario de un seguro de vida, ahora te vamos a dar unas pautas para elegir los tuyos con precaución y no cometer errores. Piensa que el beneficio por causa de muerte puede ser una cantidad de dinero muy alta, algo que en ocasiones puede causar más trastornos que alegrías. Ten muy en cuenta estos consejos al decidir a quién nombras como beneficiario:

  • Estudia las circunstancias del beneficiario. Aunque pienses que dejar dinero a alguien siempre supone una alegría, a determinadas personas puedes ocasionarle un disgusto. Por ejemplo, si nombras como beneficiaria a una persona que recibe ayudas o subvenciones estatales por una minusvalía, puedes ocasionar que pierda ese beneficio por culpa del aumento de nivel de renta que le supondrá la indemnización. Ten en cuenta siempre las circunstancias de las personas a quien quieres dejar como receptoras de tu beneficio por causa de muerte.
  • Cuidado con los menores. Es natural que un padre o una madre quieran nombrar beneficiarios a sus hijos, pero puede ser un problema. En general, los menores de edad (18 ó 21 años en función del estado en que vivas) no pueden cobrar directamente la indemnización, sino que el dinero tendrá que ir a un fondo fideicomiso. Y si no has nombrado a un gestor del fondo, un tribunal deberá hacerlo, lo que puede demorar notablemente la entrega del dinero. Asegúrate bien de las opciones que tienes si vas nombrar a menores de edad como beneficiarios.
  • Instituciones y organizaciones benéficas. No tienes por qué dejar como beneficiarias a personas físicas. Puedes elegir a organizaciones no gubernamentales, instituciones benéficas u o tras entidades. Es una buena idea cuando tu familia o seres queridos ya no tienen problemas económicos y, tras tu muerte, quieres dejar un legado perdurable.
  • Fondo fideicomiso. Una opción muy frecuente es dejar el dinero a cargo de un fondo fideicomiso dirigido por un gestor. Esta persona se encargará de hacer tu voluntad con el dinero: dárselo a quien tú determines y cuando tú decidas; entregárselo a obras benéficas, etc.
  • Incorporarlo a tu herencia. Si lo prefieres, puedes decidir que el dinero de la indemnización engrose tu herencia, de tal forma que se repartirá entre tus herederos cuando la herencia sea aceptada y repartida. Como verás más adelante, es una idea poco recomendable, porque puede producir retrasos en el cobro y otros inconvenientes.
  • Elige beneficiarios. No olvides elegir quiénes serán tus beneficiarios, pero, sobre todo, no olvides elegir los beneficiarios secundarios y, si tu póliza lo permite, los terciarios. Si mueres y ya no queda nadie designado para cobrar, el dinero acabará revertiendo en la aseguradora.
  • Especifica bien. El lenguaje es muy importante en las pólizas de seguros. No utilices fórmulas genéricas como “descendientes” o “herederos” para designar a los beneficiarios. Asegúrate de que señalas a personas concretas o a niveles familiares muy específicos.
  • Revisa tu póliza a menudo. Un buen consejo es hacer revisiones periódicas de tu póliza para poner en orden la nómina de beneficiarios. Puede que algunos de los que nombraste en primera instancia hayan muerto y quieras que otros ocupen su lugar. O puedes haber cambiado de opinión y ya no querer que esas personas reciban la indemnización a tu muerte. O puede que tengas hijos que no tenías entonces y quieras incorporarlos. O que te hayas divorciado y quieras sacar a tu excónyuge del beneficio por causa de muerte. Cualquier motivo sirve para reajustar los beneficiarios de tu póliza.

Lo que no debes hacer al elegir a los beneficiarios de tu seguro

Además de los consejos que hemos recopilado para que sepas cómo designar correctamente a los beneficiarios de tu seguro de vida, también es interesante que conozcas los principales errores que se cometen al hacerlo. Saber en qué se han equivocado otros servirá para que tú no cometas esos fallos.

  • No avisar a los beneficiarios. Muchas veces, el asegurado muere y los beneficiarios ni siquiera saben que lo son. No olvides avisar a todas las personas o entidades que designes de su condición de beneficiarios para que puedan recibir su indemnización tras tu muerte. Avísales también de cuáles son las condiciones del seguro y dónde guardas la documentación, para que tengan menos problemas al reclamar sus derechos.
  • Intenta no nombrar a menores de edad. Si nombras a menores, recuerda que no podrán acceder al dinero hasta la mayoría edad. Por eso, si vas a designar a menores como beneficiarios, es mejor que lo hagas creando un fondo fideicomiso con un que lo dirija. Es la forma de que esos menores puedan disponer del dinero lo antes posible. También podrías nombrar un tutor legal o custodio que reciba el dinero y se lo administre a los niños. Infórmate bien, porque las compañías de seguros tienen soluciones para solventar esta situación de forma simple.
  • Un testamento no cambia una póliza. Mucha gente piensa que un testamento o unas últimas voluntades están por encima de una póliza, pero no es así. Si, por ejemplo, en tu póliza tenías como beneficiaria a tu expareja, ella será quien cobre la indemnización, por mucho que en tu testamento determines otra cosa.
  • Incluir la póliza como parte de la herencia. Dejar la póliza de seguros como parte de una herencia es un error que seguramente retrase notablemente el acceso a la indemnización. Las herencias pasan por largos procesos de legalización –probate-, y en ocasiones es necesario buscar a herederos durante mucho tiempo. Hasta que no estén todos los trámites resueltos, el dinero del seguro no se puede tocar. Pero, además, si has dejado acreedores, estos podrían reclamar contra el valor de la herencia, con lo que podrían llevarse una parte de la indemnización (o toda). Esto no podrían hacerlo de ninguna forma si nombras beneficiarios directos. Lo mismo sucede con los impuestos: las herencias pagan impuestos, mientras que los beneficios por causa de muerte no lo hacen.
  • No nombrar beneficiarios. Es un error no hacerlo, porque entonces, la póliza pasa directamente a tu herencia, con lo que entramos de nuevo en los problemas que se han detallado en el punto anterior.

Con toda esta información, ya puedes tomar una decisión y nombrar a tus beneficiarios con seguridad y acierto. Elige bien y disfruta de a la confianza que da un seguro de vida. Y si tienes dudas, acude a tu agente de seguros para que te explique todo con más detalle.

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