Ventajas de donar tu seguro de vida a la caridad o las obras benéficas

La solidaridad es uno de los motores de nuestra sociedad. Son muchas las personas que dedican parte de lo que ganan a ayudar a los que tienen menos. Y, además de beneficios espirituales, las obras de caridad conceden a quien las practica otro tipo de beneficios, incluidos los fiscales. Por esto, muchas personas deciden utilizar un producto como el seguro de vida para hacer donaciones a la beneficencia y obras de caridad.

En este artículo aprenderás a utilizar tu seguro de vida como un instrumento que, además de proteger a los tuyos, pueda servir también para hacer mejor la vida de los que pasan necesidad. Sigue leyendo y toma buena nota, porque puedes ahorrar dinero y, de paso, contribuir a mejorar las condiciones en que viven otras personas.

Ventajas de donar tu seguro de vida a la caridad o las obras benéficas
Verntajas de donar tu seguro | Foto: GETTY IMAGES

El seguro como caridad: Qué vas a encontrar en este artículo

Cómo utilizar el seguro de vida para hacer donaciones de caridad

Pensar en los demás y tratar de ayudarlos es uno de los sentimientos más nobles del ser humano. De forma casi instintiva sentimos la necesidad de compartir lo que tenemos con los que tienen menos, incluso haciendo un esfuerzo económico para llevar a cabo esa ayuda. La beneficencia, la caridad y la solidaridad son parte de ese mismo impulso fraterno.

Además, en Estados Unidos, es muy frecuente que muchas personas contribuyan al sostenimiento de entidades benéficas con las que tienen una relación. De hecho, se calcula que un 95% de los hogares hace algún tipo de donación anual. Ese dinero va a parar a iglesias locales, ONG’s, asociaciones de protección de animales o de espacios naturales, comedores sociales, instituciones académicas, residencias de niños o ancianos y un largo etcétera de posibles entidades receptoras de donaciones.

Ante esta necesidad de colaborar, muchas personas se encuentran con un obstáculo importante: su presupuesto familiar no permite excesos y no pueden disponer de un dinero que contribuya a estas causas benéficas. Es más: en muchas ocasiones, ese dinero hace falta para pagar las primas de un seguro de vida que proteja a la familia propia.

En esas circunstancias, hay una forma de poder participar de la solidaridad y, al tiempo, mantener activo el seguro de vida. Se trata de utilizar la póliza como instrumento para hacer donaciones de caridad.

Para hacerlo, hay varias vías. Las principales son estas:

  • Contratar una cláusula de donación. Esta es una de las opciones más novedosas y está disponible desde hace relativamente poco tiempo. Se trata de añadir a la póliza del seguro de vida una cláusulas que entrega a la beneficencia un porcentaje fijo del valor nominal de la cobertura suscrita. Estas cláusulas solo están disponibles en pólizas cuyo valor nominal supere el millón de euros y pagan un uno o un dos por ciento de ese valor nominal. Las entidades receptoras deben estar legalizadas y calificadas de acuerdo a la normativa de entidades sin ánimo de lucro. Lo interesante es que estas cláusulas no entrañan gastos extraordinarios y, generalmente, no reducen ni el valor en efectivo ni el montante del beneficio por causa de muerte.
  • Nombrar a la institución como beneficiaria de la póliza. Quizá sea la vía más sencilla: se nombra a la entidad benéfica como receptora directa de la indemnización. Cuando la persona asegurada fallece, el dinero del beneficio por causa de muerte se entrega a la institución de caridad. Esta donación puede ser completa o compartida. Es decir, puede haber más beneficiarios que se repartirían la indemnización con la entidad benéfica.
    Si no se está completamente seguro de que esta es la forma idónea, se puede nombrar a la institución como beneficiario revocable. Si más adelante la situación familiar empeora y es necesario proteger a los sucesores con la indemnización, se elimina de los beneficiarios al organismo de caridad.
  • Nombrar a la institución como propietaria y beneficiaria de la póliza. En este caso, se trata directamente de comprar una póliza para la institución, que será propietaria y beneficiaria. La persona que hace la donación será la asegurada, pero el control de la póliza, sus ganancias y el beneficio tras la muerte del asegurado son para la entidad. De esta forma, la institución benéfica puede decidir qué hace con la póliza en todo momento: puede utilizar el valor en efectivo , puede rescatar la póliza, puede venderla en el mercado secundario, puede esperar para cobrar el beneficio, etc.
  • Hacer donaciones periódicas del valor añadido del seguro. Otra forma de hacer donaciones a la caridad es utilizar el valor añadido que va acumulando la póliza, así como posibles dividendos que pagan algunas pólizas. De esta forma, la donación siempre es menor, pero se conserva la indemnización para la familia o las personas que se quiera proteger.

Ventajas de emplear el seguro de vida para la caridad

Cualquiera de estas opciones que hemos visto ofrece ventajas. La primera, indiscutible, la satisfacción de saber que se está haciendo algo por los demás. Pero, más allá, se pueden encontrar ventajas importantes, especialmente desde el punto de vista fiscal. Y es que las donaciones a la caridad tienen un tratamiento impositivo especial en Estados Unidos, que se aplica también a los seguros de vida.

De esta forma, utilizar el seguro para hacer donaciones tiene algunas ventajas importantes:

  • Reducir los impuestos sobre las herencias. Los impuestos que soportan las herencias en algunos estados se pueden ver reducidos si se dona la póliza del seguro de vida a una institución benéfica. Al hacerlo, el montante de la herencia se ve disminuido notablemente y puede que el resultante ya quede incluso libre de cargas fiscales.
  • Deducciones por donación. Donar una póliza a la caridad también puede reportar una notable deducción en el impuesto sobre la renta. La deducción empieza a contar a partir del momento en que se hace la donación y se practica sobre lo que se paga en forma de primas desde ese instante. Todo lo pagado en primas desde que se formaliza la donación se puede deducir.
  • Deducción sobre las donaciones de dividendos. Si se opta por la opción de hacer donaciones a partir de los dividendos obtenidos con el seguro de vida, también se puede disfrutar de deducciones fiscales. En este caso, es una estrategia válida también para empresas o corporaciones, que pueden ahorrarse así buenas cantidades en impuestos.
  • Asegurar la privacidad. Una ventaja importante de donar un seguro a la caridad es que sirve para preservar la privacidad de las transacciones, algo que puede ser útil para muchas personas que quieren mantener la donación en secreto y que sus familiares u otros interesados no sepan cuáles son sus intenciones. Además, la transferencia de los activos de un contrato, y el seguro lo es, no puede ser protestada, con lo que nadie puede oponerse a la donación.

¿Qué seguro es más útil para donar a la caridad?

Ya has visto las ventajas que tiene utilizar tu seguro de vida para hacer una donación y es posible que te estés planteando hacerlo. Pero, ¿qué tipo de seguro se adapta mejor a esta finalidad?

Desde luego, el menos indicado es el seguro de vida temporal o a término .

Puedes utilizar una póliza a término para hacer donaciones de caridad, sin duda, porque puedes determinar que una institución benéfica sea la beneficiaria de la indemnización, bien total o parcialmente. Pero lo cierto es que este tipo de seguros no son los idóneos, porque están pensados para tener una duración concreta y, salvo que fallezcas dentro de ese margen temporal, no habrá donación de ningún tipo. Además, sus coberturas suelen ser más bajas.

Por tanto, para hacer donaciones más consistentes, hay que recurrir a los seguros permanentes. Con este tipo de pólizas, además de garantizar la entrega de un beneficio por causa de muerte, se puede contar con el valor en efectivo para ir generando un capital que se pueda destinar también a la caridad.

Dentro de los seguros permanentes, hay muchas estrategias posibles. Si se trata de nombrar como beneficiaria a la institución, quizá baste con un seguro ordinario de vida o tradicional. Es un producto estable que se gestiona con sencillez y deja una buena indemnización, además de un valor en efectivo interesante.

En cambio, si se busca donar la póliza completa y nombrar propietaria a la institución benéfica, quizá convenga optar por un producto más sofisticado. En ese caso, un seguro de seguro de vida variable o un universal-variable pueden ser la opción. Generan mejores ingresos gracias a sus herramientas de inversión más arriesgadas –a cambio, también pueden generar pérdidas-.

Si se opta por esta última posibilidad, lo mejor es ponerse de acuerdo con la institución y que sepan que se les va a donar un instrumento así de exigente. De esa forma, si lo aceptan, sus responsables podrán tomar las decisiones oportunas para sacar el máximo partido de esa póliza, con inversiones más adecuadas a sus objetivos.

Finalmente, elijas la opción que elijas, la caridad puede ser un fin estupendo para tu seguro de vida. Bien porque decidas comprar uno para donarlo, bien porque tu situación económica ha mejorado y ya no necesitas tanta protección y puedes ceder la póliza o la indemnización. Sea como sea, ayudarás a alguien y tendrás un instrumento de protección de primer nivel.

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